En este reportaje en el que aparecen diseñadores barceloneses o establecidos en Barcelona, aborda la realidad del diseño en España. Debido a lo acontecido en la reciente historia española, desde el fin de la dictadura, en el que Barcelona vio su oportunidad de desarrollarse de manera creativa y artística y recuperar aquel impulso artístico que poseía antes de la guerra civil, con grandes autores como Miró, Dalí o Picasso, comenzó mediante la explosión creativa y rompedora que supuso el fenómeno de la movida. Tras los años 80 y con la llegada de las Olimpiadas del 92, Barcelona se topó con el escaparate perfecto de cara al resto del mundo, una oportunidad de afianzarse como referente del diseño español. Tras este periodo, Barcelona ha estado viviendo de ese logro mediático, que aún hoy le renta.
Como uno de los pocos y principales motores industriales
españoles, el diseño se alimenta de ese potencial que le proporciona el tejido
empresarial local, una de las cosas que le hace distinguirse de otras ciudades
españolas y que junto a esa iniciativa creativa que tuvo tras la dictadura,
además de estar situada geográficamente en un punto fronterizo cercano a Francia,
lo que le abre las puertas a Europa y hace de Barcelona un punto de confluencia
e intercambio cultural. Estas cualidades son las que hacen que muchos profesionales
del diseño gráfico afincados en la ciudad, reclamen al estado español mayor
apoyo y ayudas económicas para que la ciudad se desarrolle aún más y alcance su
máximo potencial como referente del diseño a nivel mundial.
Como estudiante de diseño, mi opinión con respecto a los
logros conseguidos por la ciudad condal es de total admiración, realmente
pienso que ha logrado esa meta que pretendían alcanzar los profesionales del
diseño, de mostrar Barcelona como el referente español en este área. Sin embargo, como
estudiante de diseño andaluz, considero que debido a ese tejido industrial que
alimenta al diseño catalán y a la ciudad de Barcelona, que históricamente fue
progresivamente reducido o eliminado de otras zonas de España, Barcelona ha
podido llegar a esa meta. La oportunidad de alcanzar ese mismo objetivo, se nos
fue arrebata o casi imposibilitada a regiones como la andaluza, que al igual
que Barcelona o Cataluña, contaba con importantes referentes culturales previos
a la Guerra Civil como el que supuso la generación del 27. Si ese motor
industrial se hubiera potenciado en esta y otras regiones, el efecto llamada
que supuso la movida catalana, punto origen de los logros que situaron a Barcelona
como referente en diseño, se habría diluido y habría provocado que el resto de
regiones pudieran haber conformado un mapa de múltiples referentes en diseño,
que enriquecieran el panorama artístico español, algo, desde mi punto de vista,
bastante deseable a nivel nacional y que hubiera provocado que actualmente,
debido a las tecnologías de la comunicación que poseemos, habrían anulado la
ventaja geográfica de Barcelona, como puerta a Europa.
Como reflexión final, creo que el estado debería dedicarse
activamente a suplir esas carencias industriales que poseen muchas de las
regiones españolas, a fin de que estas supongan el motor que nutra al diseño
local de cada región y pueda desarrollarse hasta alcanzar a Cataluña, a fin de
configurar ese mapa artístico nacional que sin duda enriquecería nuestra oferta
en materia de diseño a nivel mundial, siempre acompañado de herramientas de
promoción como certámenes, exposiciones y jornadas que atraigan la mirada del
resto de países de nuestro entorno y más allá.
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