viernes, 29 de abril de 2016

La mejor oferta



Esta película de Giuseppe Tornatore y protagonizada por Geoffrey Rush, Jim Sturgess, Sylvia Hoeks y Donald Sutherland. El film nos habla de Virgil Oldman (Geoffrey Rush), un experto en arte y famoso agente de subastas que goza de gran prestigio en su profesión. Un día recibe la llamada de una joven (Sylvia Hoeks), que desea vender la colección de antigüedades que ha recibido en herencia de sus padres. Sin embargo la joven sufre de agorafobia, por lo que no sale nunca de su domicilio y no quiere ser vista por los demás. A partir de entonces ocurren una serie de hechos que influirán enormemente en la hasta entonces ordenada vida de Virgil Oldman y acabarán en una inusual historia de amor con un sorprendente desenlace.

Durante la película, aparece todo un catálogo de obras maestras y referencias a objetos de diseño industrial y gráfico, como la silla Thonet, un autómata de  Jacques de Vaucanson, un póster de la banda de art rock, el “Eterea Post Bong Band”, o infinidad de cuadros como el “Retrato de muchacha” de Petrus Christus, “El nacimiento de Venus” de William-Adolphe Bouguereau, “La Fornarina y La Muta” de Rafael, etc.

De entre los varios temas que se nos hablan en esta historia, la soledad, el miedo a los demás, las fobias personales, las barrearas que muchas personas establecen para aislarse del mundo a través de su trabajo, etc. se nos habla de la posesión, tenida en cuenta de un modo que puede llegar a ser enfermizo. Es justo a través de este tema, donde gira toda la historia, puesto que esta es precisamente la debilidad que aprovecha el resentido amigo del protagonista para tramar su elaboradísima venganza contra él. Billy, el amigo de Virgil, usa el vacío que ha dejado en la vida de su amigo el miedo al género femenino y que Virgil llenó con multitud de retratos de mujeres, llegando a ser estas su más preciada y obsesiva posesión, para arrebatárselas.

Esta es una muestra de cómo aprovechar una de las debilidades/atracciones del ser humano, el consumo de objetos exclusivos y únicos, para sentar la base de una gran historia ficticia pero que nos resulta extraña y naturalmente posible.

viernes, 22 de abril de 2016

Debate: Consumidores Pasivos VS Soberanos



En esta interesante actividad de clase, los alumnos de tercer curso nos dividimos en dos equipos de debate, uno de ellos representaba a los denominados “consumidores pasivos” y el otro a los llamados “Consumidores soberanos”. El primer grupo de consumidores se caracteriza por dejarse llevar por modas, personalidades famosas y todo tipo de influenciadores, con forman el grueso de los consumidores habituales de los mercados. El segundo grupo lo forman aquellos consumidores autoproclamados como críticos con todo tipo de productos, servicios y ofertas de mercado, ellos elijen qué compran, qué no compran y cuando lo hacen. Estas son las bases establecidas previamente al debate entre los dos equipos, sin embargo, durante el mismo se descubrieron argumentos que hacen pensar en otro tipo de definiciones para estos grupos de consumidores.

Como apunte complementario a los argumentos que se esgrimirían durante el debate, debemos hablar de la sociedad en la que vivimos hoy en día y que gobierna sin fronteras en la gran mayoría del mundo, esta sociedad, basada en el sistema económico capitalista, esto acota sin lugar a dudas, el medio y condiciones en las que se mueven los mencionados tipos de consumidores.

Durante el transcurso del ejercicio de clase, se puso de manifiesto el hecho de que, todos y cada uno de los ciudadanos de la sociedad occidental, poseen necesidades que cubrir, entre ellas están las más básicas como alimentarse, dormir, guarecerse, etc. pero en sistemas sociales complejos, surgen otras nuevas como la de pertenencia a un grupo social, la de comunicarse con otros miembros de la sociedad o la de lograr cierto estatus social para situarse dentro de los círculos interpersonales propios. Esto provoca ciertos tipos de necesidades que deben cubrirse a través del consumo de productos como móviles, tablets, portátiles, coches, pisos, ropa, complementos y todo tipo de productos. Es este tipo de necesidades donde establecen sus diferencias nuestros dos tipos de consumidores, unos se dejan llevar por las presiones sociales, generadas por amigos, programas de televisión u otros medios, y los otros piensan que son lo suficientemente independientes e conscientes para tomar sus propias decisiones y decidir que comprar “sin dejarse influir” por otros. Y es en este preciso punto donde este último grupo se equivoca. Durante el pasado siglo XX y finales del anterior siglo XIX, con la aparición de la revolución industrial, se comenzó a forjar un modo de vida basado en la producción y consumo de bienes, que se traducirían en beneficios económicos para las empresas y en última instancia, el ente conocido como “el mercado”. Este ente tiene como método de subsistencia el continuo e ininterrumpido crecimiento, de manera que si en algún momento se interrumpiera o frenase su crecimiento, se generaría lo que se conoce como “crisis económica”. Por lo tanto el mercado debe procurar extender su influencia a todas las escalas de la sociedad, para asegurarse la continua y exponencial creación de necesidades de consumo, entre las que muchos ciudadanos piensan que deciden que comprar y que no, sin caer en la cuenta de que su supuesta elección propia está acotada en una parcela, creada por el mercado para su “ganado” personal, los consumidores. Esta es una de las verdades y conclusiones que llegó a generar el debate entre los dos equipos, una dura realidad en la que todos nos vemos inmersos y que marca nuestras vidas desde que nacemos sin saberlo y sin muchas veces percibirlo. Por lo que la conclusión final a la que llegó el debate de clase, es la inexistencia real de dos tipos de consumidores, puesto que lo percibamos o no, todos nos vemos influenciados por los mercados en última instancia.